ARQUEOLOGÍA
DEL CUERPO: Ensayo para una clínica de la multiplicidad de
Luis Gonçalvez, Ed. TEAB, Montevideo, 1999. (Publicado originalmente en la Revista Relaciones en el año de su primera edición).
El
desafío contemporáneo frente al conocimiento no pasa tanto por la
producción de nuevos descubrimientos como por el desarrollo de
síntesis adecuadas de los diferentes hallazgos y teorías que son
continuamente generados en espacios diversos. Este nuevo libro de
Luis Gonçalvez, psicólogo y psicoterapeuta uruguayo constituye un
buen ejemplo de síntesis teórica entre la bioenergética y la
psicología social, recuperando la dimensión política de la
práctica psicoterapéutica desarrollada por Wilhelm Reich y
Alexander Lowen quienes exploraron desde ángulos complementarios el
carácter social de los padecimientos humanos.
Aunque
tiene ya cerca de cuatro décadas de existencia, la bioenergética
sigue siendo casi un misterio para la mayoría de los profesionales
del campo psi y por eso mismo continúa generando ciertas
reticencias. De hecho, el pensamiento de Reich y Lowen circulan casi
exclusivamente en entornos nueva era con escasa aceptación
académica. Intentando revertir esta situación Gonçalvez ofrece un
libro serio y profundo en el que argumenta teóricamente la clínica
bionergética y reflexiona sobre la ética de esa práctica,
brindando ejemplos clínicos que ilustran convenientemente esa
estrategia de abordaje esbozada originalmente por Reich y expandida
luego por Lowen, Roberto Navarro, John Pierrakos, Xavier Serrano,
José Gaiarsa, y David Boadella, entre otros.
Reich
pensaba que la neurosis tenía un origen sexual y situaba su núcleo
en la insatisfacción orgásmica. De esta forma equiparó los
trastornos sexuales con los trastornos de la genitalidad y se
distanció de las posiciones predominantes en la línea
psicoanalítica. Desde la perspectiva reicheana las disfunciones
orgásmicas se traducen en el cuerpo, creando un desequilibrio
biológico que suscita múltiples trastornos, psíquicos y somáticos.
Por eso Reich propuso que la atención del terapeuta se centrara en
la expresión total del paciente y en sus actitudes
manifiestas; es decir en su forma de andar, de sentarse, de hablar,
de gesticular, de comportarse. Reich creía que si dirigimos la
atención sólo al contenido verbal, se retarda y a menudo se
entorpece la terapia. De ahí que el modo de comportamiento del
paciente y su actitud, debían ser para el terapeuta tan importantes
que lo que dice, o sueña. Por tal razón advertía que si el
análisis se centra en el “qué” y en el “por qué”, deja el
“cómo” sin explorar.
Reich
postulaba que los patrones de expresión del cuerpo, de respiración
y de tensión muscular, configuran una unidad junto con los fenómenos
psíquicos críticos, en el desarrollo de la personalidad,
constituyendo además los aspectos esenciales de las defensas
psicológicas.
El
análisis postulado por Reich de lo que denominó la coraza
caracterial y de su correlato, la coraza muscular
(tensiones musculares crónicas del cuerpo y de las expresiones fijas
y determinadas del rostro y el cuerpo), basado en una lectura del
cuerpo y de su expresión, sentó las bases para una gran
diversidad de prácticas que fueron luego desarrolladas por Lowen,
Pierrakos, Navarro y varios más.
Toda
ese vasto campo teórico formulado por Reich y que él convino en
denominar vegetoterapia analítica, configuró la zona de su
obra más aceptada.
Alexander
Lowen desarrolló en Estados Unidos durante los años 60, el
análisis bioenergético a partir de un redescubrimiento de la obra
de Reich (de quien fue alumno) y de su concepto de energía.
En
la base de su teoría, Lowen ubicaba un conflicto primordial
establecido entre las necesidades instintivas, biológicas, casi
animales del ser humano y las convenciones sociales. Según Lowen la
persona civilizada demuestra una notoria tendencia a verbalizar y a
racionalizar en detrimento de su propia vivencia corporal y afectiva.
El
postulado que funda el análisis bioenergético radica en el
paralelismo entre la dimensión psíquica y la dimensión corporal.
La aceptación de ese presupuesto básico abre la puerta a la lectura
del cuerpo y de su expresión: toda tensión no expresada y reprimida
en la infancia se transforma en tensión muscular permanente
inhibiendo un sentimiento. De ahí que la técnica bioenergética
cimenta su práctica clínica en la lectura del cuerpo, en la
percepción de sus desequilibrios y tensiones musculares para luego
intentar restaurar el equilibrio natural.
Detectar
y aliviar una tensión muscular es relajar el músculo y liberar el
recuerdo, el afecto, descongelando la expresión, la acción y la
interacción, permitiendo así una reutilización de la energía
bloqueada.
Fundamentalmente,
el análisis bioenergético es una terapia de tipo analítico que se
basa en el análisis del carácter. Desde esta perspectiva el
carácter se concibe en términos energéticos, como un modo de
comportamiento defensivo que conlleva generalmente una suerte de
armadura muscular que impide la flexibilidad y las relaciones
abiertas con el universo. El carácter tendría como función
primordial regular el uso de la energía biológica, organizar la
producción (por ejemplo mediante restricciones respiratorias) y las
diferentes manifestaciones de tal energía, así como también las
posibilidades de recibir y expresar. En últimas el análisis
bioenergético intenta ver como se gasta esta energía.
A
lo largo de su obra, Lowen se encargó de resaltar en varias
oportunidades que la estructura del carácter debe ser percibida y
vivenciada como neurótica antes de poder abordarla e intervenir
mediante interpretaciones.
Para
dejar en evidencia ese carácter neurótico defensivo, la estrategia
terapéutica desarrollada por Lowen consiste en colocar
voluntariamente el cuerpo del paciente en posiciones de stress,
haciéndolo adoptar una postura desequilibrada y desequilibradora.
Luego de adoptada esta postura, el terapeuta observa detenidamente a
su paciente y realiza una lectura de su cuerpo y propone
ejercicios adecuados para liberar las tensiones musculares
objetivadas.
El
análisis bioenergético progresa gradualmente, la realización de
los ejercicios indicados habitualmente permiten un nuevo contacto con
sensaciones desapercibidas y con sentimientos inhibidos que son
puntualmente interpretados. Asimismo, las diferentes clínicas
neo-reicheanas y bioenergéticas introducen objetivos terapéuticos
psicofísicos objetivables; como puede ser la ampliación de la
capacidad respiratoria del paciente o una mejor circulación
energética, evidenciable por la eventual manifestación del llamado
reflejo del orgasmo, un movimiento ondulatorio involuntario de
todo el cuerpo, que puede aparecer al realizar ciertos ejercicios de
hiperventilación pulmonar.
El
objetivo común a las diferentes escuelas bioenergéticas y
neo-reicheanas es: ayudar a la persona a gozar en el mayor grado
posible de la vida corporal (respiración, movimiento, expresión) y
de la sexualidad. No obstante, Reich también se encargó de señalar
el impacto sobre los cuerpos singulares de las políticas sexuales
imperante en cada sociedad y cómo estas colaboraban funcionalmente
en el sometimiento económico e ideológico de las clases
subordinadas. Planteos que mantienen aún hoy cierta potencia
explicativa pero que requieren de revisión y actualización.
Siguiendo en la línea esbozada en dos libros anteriores Los
cuerpos invisibles (1996) y Análisis Bioenergético.
Devenires corporales de la clínica y de la pedagogía (1997)
Gonçalvez retoma esta problemática y propone formas de integración
en práctica clínica a partir del reconocimiento del carácter
político de las prácticas psicológicas.
"Desde
una clínica de la multiplicidad el cuerpo será siempre una vía
para la afirmación de la vida, aunque dicha vía está atravesada,
(en términos foucaultianos) por las marcas de los saberes, las
prácticas sociales y las estrategias biopolíticas. Las marcas de la
historia personal (historia psicosexual e historia social), no son
otra cosa que las huellas que los cuerpos institucionales
disciplinarios (la familia, la escuela, los hospitales, las cárceles,
etc.) y las significaciones sociales (modas, clasificaciones,
categorizaciones, etc.) dejan en nuestros cuerpos. De ahí la
necesidad de transversalizar la problemática del cuerpo abriendo una
reflexión sobre su dimensión (micro) política." (pág. 18)
En
un interesante movimiento de síntesis Gonçalvez amalgama en este
texto una adecuada puntualización de las bases teórico-técnicas de
la bionergética, numerosas reflexiones sobre la producción de
corporalidad en el Uruguay contemporáneo, y una honesta descripción
de su práctica clínica y de las implicancias éticas de los
abordajes corporales.
Se
trata de un libro múltiple muy recomendable que puede ser leído
tanto por legos en busca de una aproximación al pensamiento
bioenergético (contiene al final un glosario de gran utilidad para
familiarizarse con el lenguaje utilizado) como por psicoterapeutas
interesados en el estatus de las corporalidades en la práctica
clínica.
Juan
E. Fernández Romar
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