jueves, 11 de febrero de 2016

ARQUEOLOGÍA DEL CUERPO: Ensayo para una clínica de la multiplicidad de Luis Gonçalvez, Ed. TEAB, Montevideo, 1999. (Publicado originalmente en la Revista Relaciones en el año de su primera edición).

El desafío contemporáneo frente al conocimiento no pasa tanto por la producción de nuevos descubrimientos como por el desarrollo de síntesis adecuadas de los diferentes hallazgos y teorías que son continuamente generados en espacios diversos. Este nuevo libro de Luis Gonçalvez, psicólogo y psicoterapeuta uruguayo constituye un buen ejemplo de síntesis teórica entre la bioenergética y la psicología social, recuperando la dimensión política de la práctica psicoterapéutica desarrollada por Wilhelm Reich y Alexander Lowen quienes exploraron desde ángulos complementarios el carácter social de los padecimientos humanos.
Aunque tiene ya cerca de cuatro décadas de existencia, la bioenergética sigue siendo casi un misterio para la mayoría de los profesionales del campo psi y por eso mismo continúa generando ciertas reticencias. De hecho, el pensamiento de Reich y Lowen circulan casi exclusivamente en entornos nueva era con escasa aceptación académica. Intentando revertir esta situación Gonçalvez ofrece un libro serio y profundo en el que argumenta teóricamente la clínica bionergética y reflexiona sobre la ética de esa práctica, brindando ejemplos clínicos que ilustran convenientemente esa estrategia de abordaje esbozada originalmente por Reich y expandida luego por Lowen, Roberto Navarro, John Pierrakos, Xavier Serrano, José Gaiarsa, y David Boadella, entre otros.
Reich pensaba que la neurosis tenía un origen sexual y situaba su núcleo en la insatisfacción orgásmica. De esta forma equiparó los trastornos sexuales con los trastornos de la genitalidad y se distanció de las posiciones predominantes en la línea psicoanalítica. Desde la perspectiva reicheana las disfunciones orgásmicas se traducen en el cuerpo, creando un desequilibrio biológico que suscita múltiples trastornos, psíquicos y somáticos. Por eso Reich propuso que la atención del terapeuta se centrara en la expresión total del paciente y en sus actitudes manifiestas; es decir en su forma de andar, de sentarse, de hablar, de gesticular, de comportarse. Reich creía que si dirigimos la atención sólo al contenido verbal, se retarda y a menudo se entorpece la terapia. De ahí que el modo de comportamiento del paciente y su actitud, debían ser para el terapeuta tan importantes que lo que dice, o sueña. Por tal razón advertía que si el análisis se centra en el “qué” y en el “por qué”, deja el “cómo” sin explorar.
Reich postulaba que los patrones de expresión del cuerpo, de respiración y de tensión muscular, configuran una unidad junto con los fenómenos psíquicos críticos, en el desarrollo de la personalidad, constituyendo además los aspectos esenciales de las defensas psicológicas.
El análisis postulado por Reich de lo que denominó la coraza caracterial y de su correlato, la coraza muscular (tensiones musculares crónicas del cuerpo y de las expresiones fijas y determinadas del rostro y el cuerpo), basado en una lectura del cuerpo y de su expresión, sentó las bases para una gran diversidad de prácticas que fueron luego desarrolladas por Lowen, Pierrakos, Navarro y varios más.
Toda ese vasto campo teórico formulado por Reich y que él convino en denominar vegetoterapia analítica, configuró la zona de su obra más aceptada.
Alexander Lowen desarrolló en Estados Unidos durante los años 60, el análisis bioenergético a partir de un redescubrimiento de la obra de Reich (de quien fue alumno) y de su concepto de energía.
En la base de su teoría, Lowen ubicaba un conflicto primordial establecido entre las necesidades instintivas, biológicas, casi animales del ser humano y las convenciones sociales. Según Lowen la persona civilizada demuestra una notoria tendencia a verbalizar y a racionalizar en detrimento de su propia vivencia corporal y afectiva.
El postulado que funda el análisis bioenergético radica en el paralelismo entre la dimensión psíquica y la dimensión corporal. La aceptación de ese presupuesto básico abre la puerta a la lectura del cuerpo y de su expresión: toda tensión no expresada y reprimida en la infancia se transforma en tensión muscular permanente inhibiendo un sentimiento. De ahí que la técnica bioenergética cimenta su práctica clínica en la lectura del cuerpo, en la percepción de sus desequilibrios y tensiones musculares para luego intentar restaurar el equilibrio natural.
Detectar y aliviar una tensión muscular es relajar el músculo y liberar el recuerdo, el afecto, descongelando la expresión, la acción y la interacción, permitiendo así una reutilización de la energía bloqueada.
Fundamentalmente, el análisis bioenergético es una terapia de tipo analítico que se basa en el análisis del carácter. Desde esta perspectiva el carácter se concibe en términos energéticos, como un modo de comportamiento defensivo que conlleva generalmente una suerte de armadura muscular que impide la flexibilidad y las relaciones abiertas con el universo. El carácter tendría como función primordial regular el uso de la energía biológica, organizar la producción (por ejemplo mediante restricciones respiratorias) y las diferentes manifestaciones de tal energía, así como también las posibilidades de recibir y expresar. En últimas el análisis bioenergético intenta ver como se gasta esta energía.
A lo largo de su obra, Lowen se encargó de resaltar en varias oportunidades que la estructura del carácter debe ser percibida y vivenciada como neurótica antes de poder abordarla e intervenir mediante interpretaciones.
Para dejar en evidencia ese carácter neurótico defensivo, la estrategia terapéutica desarrollada por Lowen consiste en colocar voluntariamente el cuerpo del paciente en posiciones de stress, haciéndolo adoptar una postura desequilibrada y desequilibradora. Luego de adoptada esta postura, el terapeuta observa detenidamente a su paciente y realiza una lectura de su cuerpo y propone ejercicios adecuados para liberar las tensiones musculares objetivadas.
El análisis bioenergético progresa gradualmente, la realización de los ejercicios indicados habitualmente permiten un nuevo contacto con sensaciones desapercibidas y con sentimientos inhibidos que son puntualmente interpretados. Asimismo, las diferentes clínicas neo-reicheanas y bioenergéticas introducen objetivos terapéuticos psicofísicos objetivables; como puede ser la ampliación de la capacidad respiratoria del paciente o una mejor circulación energética, evidenciable por la eventual manifestación del llamado reflejo del orgasmo, un movimiento ondulatorio involuntario de todo el cuerpo, que puede aparecer al realizar ciertos ejercicios de hiperventilación pulmonar.
El objetivo común a las diferentes escuelas bioenergéticas y neo-reicheanas es: ayudar a la persona a gozar en el mayor grado posible de la vida corporal (respiración, movimiento, expresión) y de la sexualidad. No obstante, Reich también se encargó de señalar el impacto sobre los cuerpos singulares de las políticas sexuales imperante en cada sociedad y cómo estas colaboraban funcionalmente en el sometimiento económico e ideológico de las clases subordinadas. Planteos que mantienen aún hoy cierta potencia explicativa pero que requieren de revisión y actualización. Siguiendo en la línea esbozada en dos libros anteriores Los cuerpos invisibles (1996) y Análisis Bioenergético. Devenires corporales de la clínica y de la pedagogía (1997) Gonçalvez retoma esta problemática y propone formas de integración en práctica clínica a partir del reconocimiento del carácter político de las prácticas psicológicas.
"Desde una clínica de la multiplicidad el cuerpo será siempre una vía para la afirmación de la vida, aunque dicha vía está atravesada, (en términos foucaultianos) por las marcas de los saberes, las prácticas sociales y las estrategias biopolíticas. Las marcas de la historia personal (historia psicosexual e historia social), no son otra cosa que las huellas que los cuerpos institucionales disciplinarios (la familia, la escuela, los hospitales, las cárceles, etc.) y las significaciones sociales (modas, clasificaciones, categorizaciones, etc.) dejan en nuestros cuerpos. De ahí la necesidad de transversalizar la problemática del cuerpo abriendo una reflexión sobre su dimensión (micro) política." (pág. 18)
En un interesante movimiento de síntesis Gonçalvez amalgama en este texto una adecuada puntualización de las bases teórico-técnicas de la bionergética, numerosas reflexiones sobre la producción de corporalidad en el Uruguay contemporáneo, y una honesta descripción de su práctica clínica y de las implicancias éticas de los abordajes corporales.
Se trata de un libro múltiple muy recomendable que puede ser leído tanto por legos en busca de una aproximación al pensamiento bioenergético (contiene al final un glosario de gran utilidad para familiarizarse con el lenguaje utilizado) como por psicoterapeutas interesados en el estatus de las corporalidades en la práctica clínica.


Juan E. Fernández Romar

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