jueves, 11 de febrero de 2016

LA PERSPECTIVA ÉTICA DE BILBENY


LA REVOLUCIÓN EN LA ÉTICA. Hábitos y creencias en la sociedad digital, Ed. Anagrama, Colección Argumentos, Barcelona, 1997, 204 págs. (Publicado originalmente el Suplemento Cultural de El País).

El filósofo catalán Norbert Bilbeny (Barcelona, 1953) es un caso atípico en la reflexión académica sobre los hábitos y creencias de la sociedad contemporánea y en especial sobre las transformaciones tecnológicas y culturales de las últimas dos décadas. Más cerca de las ciencias sociales que de su propio campo de investigación, la ética, se diferencia de la mayoría de los pensadores contemporáneos sobre filosofía política y moral al revelar un interés especial en la elucidación de los cambios éticos de las sociedades metropolitanas actuales a partir de las transformaciones del conocimiento y la tecnología.
La estrategia de reflexión de este profesor de ética de la Universidad de Barcelona, pese a su impronta kanteana, no descansa tanto sobre una tradición escolástica determinada sino que busca legitimidad en otros campos del conocimiento como la biología, la sociología, la antropología o la psicología, y en particular en los intersticios y fronteras de todos ellos. Este movimiento transdisciplinario bastante habitual en el mundo de la ciencia no resulta nada frecuente en la discusión de la filosofía política y moral de raíz moderna que mantienen autores como Nozick, Dworkin, o Rawls.
Este último libro de Bilbeny presenta tres zonas de argumentación. La primera es una exploración de los efectos morales de lo que él denomina la revolución cognitiva contemporánea, aludiendo a la acelerada producción de conocimientos y nuevas tecnologías que se ha verificado en el último tramo del siglo XX. Tanto las transformaciones técnicas de la vida doméstica como la circulación global de flujos de capital e información hacen que las personas respondan moralmente en forma muy diferente frente a los dilemas vitales a como lo hacía en épocas anteriores.
En las sociedades primitivas las creencias morales se basaban en la adaptación de individuo al medio: lo bueno era lo "conocido".
En las sociedades agrourbanas posteriores se impuso el criterio de perfección: lo bueno era lo ajustado a la naturaleza de las cosas.
Siglos después, en la sociedad industrial lo bueno se tornó equivalente a lo justo, lo que hacía compatible los diversos intereses en pugna.
En la actualidad reina una plasticidad de valores mucho mayor siendo lo bueno aquello que es formalmente "justificable" bajo el reinado de la autonomía individual.
Luego de definir las transformaciones éticas contemporáneas Bilbeny se aboca a un análisis de las modificaciones técnicas de los sentidos y su relación con la moral (especialmente el tacto y la mirada), en un mundo en el que todo se puede ver en pantalla y se puede telecomandar mediante teclas, perillas u otros instrumentos. Esta zona de su indagación, novedosa, sugerente y original, es probablemente la que más haya pesado a la hora de otorgarle el XXV Premio Anagrama de Ensayo garantizándole a este libro una proyección editorial internacional.
La tercera zona de este texto -y la más débil argumentalmente del conjunto- está constituida por un intento de definición de una ética del mínimo común moral adecuada a los tiempos actuales. Ética que según Bilbeny debería sustentarse en tres principios simples. 1) Pensar por uno mismo. 2) Imaginarse en el lugar del otro a la hora de pensar. 3) Pensar de forma consecuente con uno mismo.
Para ser el corolario de su esfuerzo teórico, Bilbeny despacha demasiado rápido la cuestión sin profundizar en los criterios normativos que propone.
También se le puede reprochar que su mirada, pretendidamente universal, revela excesivamente su raigambre europea, tanto en sus referentes teóricos (Sartre, Elias, Freud, Piaget, etc) como en sus preocupaciones sobre los cambios culturales. Perspectivas que ya había desplegado en su libro anterior Europa después de Sarajevo. Claves éticas y políticas de la ciudadanía europea.
Dejando de lado esas debilidades, las demás facetas de este ensayo brillan con luz propia iluminando desde ángulos novedosos los cambios cualitativos de ciertos valores como la solidaridad, el deber, o bien sobre el lugar del deseo en la vida social contemporánea.
Juan E. Fernández

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