LA
DANZA DE SHIVA: La construcción del futuro de
Juan Grompone, Ed. La flor de Itapebí, Montevideo, diciembre de
2001. (Publicado
originalmente el El País Cultural en la fecha de la primera
edición).
Mucho
se ha escrito en la última década sobre la crisis mundial del
capitalismo y hasta sobre su eventual fin. Economistas como John
Kenneth Galbraith, empresarios como George Soros , o filósofos como
Felix Guattari son sólo algunos de una larga serie de pensadores que
han realizado advertencias y vaticinios. No obstante, ninguno fue tan
lejos como el ingeniero uruguayo Juan Grompone que se ha animado a
extender por adelantado la partida de defunción del sistema,
fechando su fin en el entorno del 2060.
Aunque
es el primero en editarse La
danza de Shiva
corresponde al quinto tomo de una ambiciosa serie de seis. El primero
se ocupa del nacimiento de las sociedades de clases; el segundo
estudia las sociedades feudales; el tercero analiza las sociedades
esclavistas; el cuarto se encarga de abordar el capitalismo; mientras
que el sexto y último está dedicado a la problemática del estudio
teórico de la historia incluyendo virtudes y defectos de diversas
metodologías.
Que
la serie comience irregularmente por el quinto tomo se debe a que
éste resume en gran medida el proyecto teórico de Grompone. Como
anticipa desde las primeras páginas, se trata de un "libro de
filosofía política y de economía política, escrito para quienes
desean participar en la construcción del futuro" (pág. 17) y
en el que intenta tanto precisar una idea del "progreso"
realizado por la humanidad desde sus orígenes como determinar las
leyes que rigen el devenir de la historia.
Grompone
rescata el materialismo dialéctico (justo en uno de sus momentos de
mayor devaluación teórica) y munido de ese arsenal teórico y
metodológico revisa la historia universal para sacar conclusiones
muy diferentes a las defendidas por la tradición marxista universal.
Como
la invitación es a construir el futuro Grompone se mueve en una zona
intermedia entre el determinismo y la libertad. "Los seres
humanos son libres de construir su casa - y lo hacen todos los días
a su antojo- pero no pueden desafiar ni la ley de la gravedad ni a la
resistencia de los materiales. La humanidad es libre, siempre que no
intente burlar las leyes de la física o de la economía...La
libertad humana y el determinismo de la historia son elementos
contrarios, pero inseparables. Esta contradicción no puede ser
eliminada, pero hay maneras de manejarla" (pág. 25) El manejo
propuesto es el de la dialéctica, metodología de análisis que
permitiría determinar el sentido del progreso de la humanidad y
colaborar en su avance, constante aunque sinuoso.
La
lectura histórica de la empresa humana propuesta por Grompone se
asemeja a los intentos desarrollados anteriormente por el historiador
inglés Arnold Toynbee (con su alternancia de procesos dinámicos yin
y yang
para explicar las transformaciones sociales) y a los del
norteamericano Alvin Toffler (con sus tres olas de desarrollo) y hay
que reconocer que el estilo argumental de este autor uruguayo resulta
más atractivo y sofisticado que el de sus pares anglosajones.
Estudiando
los comportamientos demográficos y desarrollos productivos este
ingeniero industrial, matemático, y narrador uruguayo revisa las
formas sociales desarrolladas desde una remota antigüedad previa a
la sociedades de clases, distinguiendo sus diferentes fases y
procurando explicar sus transformaciones cualitativas hasta llegar a
la más inmediata contemporaneidad.
A
diferencia de los enfoques marxistas tradicionales Grompone presenta
una visión diferente y curiosamente optimista del capitalismo. Este
polifacético autor discute que el crecimiento de la prosperidad en
las sociedades capitalistas deba depender forzosamente de la pobreza
y miseria del resto del mundo.
Grompone
recuerda que en el entorno de 1800 sólo el 3% de la humanidad gozaba
de prosperidad. Dos siglos después, cerca del 30% de la humanidad
goza de un confort antes reservado para elites superexclusivas. Dado
que la sociedad capitalista aumenta su producción a un ritmo del 3%
anual y la población global crece sólo un 1,7%, en unas seis
décadas…todo el planeta terminará gozando de los niveles de vida
que ofrece el sistema en los países desarrollados.
Para
Grompone la historia del capitalismo puede dividirse en cuatro fases.
Una primer fase (de 1200 a 1800 aprox) de un capitalismo urbano
emergente que controlaba la parte más activa de la economía y en la
que se verificó una paulatina destrucción del feudalismo europeo.
Una
segunda fase (que se inicia en 1800) caracterizada por la aparición
de maquinarias novedosas y por el desarrollo de una sociedad liberal.
Una
tercera fase en proceso (que surge alrededor de 1980) signada por la
automatización, el auge de la informática, y la eliminación de las
decisiones simples en el trabajo humano.
Por
último, atisba una cuarta fase propia de las era post-electrónica y
biotecnológica en la que Grompone sitúa su utopía. Fase de una
superabundancia final que comenzaría en el entorno del 2030 con la
autodestrucción del capitalismo, en la que la prolongación de la
vida y el culto de la belleza y la salud obliguen finalmente por la
vía del hartazgo (y el cumplimiento de las leyes de la dialéctica)
al desarrollo de una sociedad fundamentalmente: ¡espiritual!.
Para
llegar a esta fase hay todavía un buen trecho de calvario para gran
parte de la humanidad que sufre la exclusión del paraíso
capitalista. No obstante, este autor se esfuerza por demostrar la
inevitabilidad de este proceso con el que eventualmente es posible
colaborar y acelerar.
Para
el desarrollo de una tesis de esta magnitud Grompone revisa múltiples
segmentos de la historia universal y usa argumentos de diverso
calibre, revelándose muy convincente en algunos aspectos y más
débil en otros.
Resulta
muy sugerente su análisis del colapso de la Unión Soviética al
centrar su explicación en el infradesarrollo de la informática.
Grompone demuestra que la incapacidad de la Unión Soviética para
automatizar su economía en un momento de alta competencia con
Occidente determinó en gran medida el fracaso de las reformas
modernizadoras de Gorbachov. A modo de ejemplo presenta datos de
1985, época en que Estados Unidos ya tenía instaladas más de
cuatro millones y medio de computadoras mientras que la URSS sólo
tenía unas quince mil.
La
especialidad profesional de Juan Grompone son las telecomunicaciones
y la informática y eso explica su pericia en el manejo de la
información referida al mundo de la computación y la telemática.
De ahí que otros de los aspectos fuertes de este libro sean sus
pronósticos referidos al futuro más o menos inmediato al mundo de
los ordenadores. Muy probablemente, el mercado informático se topará
con su propios límites (todos los potenciales usuarios tendrán su
ordenador) y desacelerará su crecimiento vertiginoso. Asimismo el
ritmo de miniaturización y la potenciación de los equipos en
términos de hardware y software probablemente chocará en muy pocos
años con sus límites físicos y todos estos elementos determinen un
notorio enlentecimiento la revolución tecnológica de la informática
y una reducción brusca de sus mercados. “Muchas compañías
cerrarán. Ya no tendremos la revolución permanente. Tal parece que
la informática, después del 2010, se parecerá mucho a la venta de
heladeras y televisores. El mercado de computadoras personales dejará
de crecer a velocidades enormes y pasará a una cifra más próxima
al 3% general de la economía.” (pág. 286)
Pero al ingresar al terreno absolutamente conjetural de una futura fase cuatro que Grompone procura caracterizar minuciosamente hasta en sus aspectos éticos, estéticos, y culturales, el libro se transforma en un ejercicio de prospectiva que se resuelve en un lindo sueño, digno de ser soñado por la humanidad pero que suena poco probable.
Pero al ingresar al terreno absolutamente conjetural de una futura fase cuatro que Grompone procura caracterizar minuciosamente hasta en sus aspectos éticos, estéticos, y culturales, el libro se transforma en un ejercicio de prospectiva que se resuelve en un lindo sueño, digno de ser soñado por la humanidad pero que suena poco probable.
Grompone
se las ingenia para mantener un discurso persuasivo, totalizante, y
optimista. Las abundantes notas al pie de página configuran líneas
de fuga del planteo central en las que dialoga y reflexiona sobre lo
expuesto permitiéndose digresiones eruditas como aclarar en que
época fueron domesticados diferentes animales, señalar problemas de
traducción de algún texto literario o bien consignar errores
históricos groseros en algún planteo clásico de Bertrand Russell.
Por eso divierten, instruyen, y casi constituyen un libro paralelo de
curiosidades e ideas seductoras a las que es difícil resistirse.
No
obstante, la vocación totalizadora y omnicomprensiva de este texto
hace dudar de su tesis central y exige demasiadas concesiones al
lector.
Hay
que concederle al autor 1) que hay un futuro accesible a la razón,
orientado por leyes relativamente simples que van jalonando un
progreso incuestionable de la humanidad, que conducen a un mundo de
abundancia y felicidad, y que para colmo queda a tan sólo cinco o
seis décadas de distancia.
2)
que la propia lógica del capital orientará el destino del planeta a
un estadio universal en el que se resuelvan la mayor parte de los
conflictos y las contradicciones del sistema.
3)
que los datos numéricos sobre los que reposa su argumentación
(población mundial estimada en diferentes momentos históricos;
consumos energéticos; volúmenes productivos; etc.) estén
consensualmente aceptados; ya que pese al rigor general del volumen
no hay citas que permitan verificar las fuentes de las que ha
extraído tanta información. (Más teniendo en cuenta que por lo
general son cuadros muy abarcativos, que derivan en ecuaciones
simples y dan gráficas sencillas y contundentes.)
4)
que la distribución de la riqueza va a ser mucho (en breve) más
justa que lo que ha sido siempre, tanto que va a desbordar los marcos
restrictivos de las clases dominantes.
5)
que la tecnología y la primacía del sentido común va a permitir la
superación de las catástrofes ecológicas, el agotamiento de los
recursos naturales, la contaminación, y las guerras. Y además que
la creciente dependencia tecnológica actual no va a desencadenar
nuevas formas de accidentes y catástrofes.
6)
que la humanidad desarrollará un proceso de maduración moral que
acompase a los logros tecnológicos.
Sin
la dialéctica y el recorte selectivo de hechos históricos el futuro
parece mucho más sombrío y desmoralizante.
De
todas formas, aunque no se comparta es aconsejable su lectura y vale
el esfuerzo. Si este fuese un nuevo libro de Fukuyama o Toffler lo
leerían y discutirían hasta los mandatarios del primer mundo y
conviene aclarar que La danza de Shiva es más complejo, sólido e
interesante que lo que estos autores anglosajones presentan
habitualmente.
Juan
E. Fernández Romar
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