Introducción
a Nietzsche de Gianni Vattimo, Ed. Península, Barcelona, 1996, 220
págs. (Publicado originalmente en el Suplemento Cultural del diario El País)
Junto
con Marx, Nietzsche ha sido uno de los dos filósofos alemanes del
siglo diecinueve más influyentes en el pensamiento contemporáneo y
en ambos casos sus respectivas obras han sido objeto de la más
diversas interpretaciones. Pero a diferencia del fundador del
materialismo dialéctico, Friedrich Nietzsche (1844‑90) hizo
gala de una deliberada falta de sistematicidad en sus escritos,
encargándose además de convertir esa característica en un peculiar
estilo de pensamiento. Hecho que sumado a diferentes contradicciones
presentes en su vasta producción propició las lecturas más
disímiles.
Algunos
han visto en sus trabajos el reflejo de un Rousseau alemán que pasó
por un período “voltaireano” para desembocar con su Zaratustra
en curiosas fórmulas místicas. Otros lo emparentaron
vocacionalmente con los grandes moralistas alemanes como Kant o
Eduard von Hartmann y señalaron que la verdadera intención de
Nietzsche era enseñar al hombre su potencial autonomía.
A
pesar de la célebre sentencia nietzscheana “Dios ha muerto” y de
sus virulentos ataques a las iglesias no faltaron los críticos
religiosos que vieron en sus libros una formulación radical del
pensamiento cristiano. En tal sentido, el célebre teólogo Paul
Tillich creyó atisbar ‑gracias a complejos malabarismos
conceptuales‑ una extraña búsqueda nietzscheana de “Dios
más allá de Dios”
Pensadores
como Jaspers también arrimaron agua a su molino intentando leer a
Nietzsche en clave existencialista, aproximándolo al amargo danés
Sören Kierkegaard mediante una jerarquización deliberada de algunas
de sus obras como Humano, demasiado humano o La Gaya
Ciencia en desmedro de las restantes.
El
escritor Irving Yalom colaboró recientemente en la diversificación
de interpretaciones, proponiendo en su novela El día en que
Nietzsche lloró la hipótesis de que el germen del pensamiento
psicoanalítico debe ser rastreado justamente en la obra del inventor
del “superhombre”.
En
virtud de nuevas lecturas hay quienes se animan a presentar a
Nietzsche como un epistemólogo moderno que abandona la
racionalización de lo real para abocarse a la racionalización del
conocimiento y su posibilidades.
Por
otra parte, tanto los anarco‑individualistas contemporáneos
como los nazi‑fascistas han elaborado sus propias traducciones
de la “voluntad de poder” enunciada por aquel sufriente filósofo
de emblemáticos bigotes, que arrastró desde su juventud las
secuelas de la sífilis y que terminó sus días con un grave
desequilibrio mental. Padecimiento que llevó a varios psiquiatras a
simplificar la cuestión y a señalar que en todos sus libros es
posible encontrar las marcas de la locura y las huellas del delirio.
Con
paciencia digna de un preso a perpetuidad, Vattimo revisa
cuidadosamente más de un siglo de ensayos sobre Nietzsche, reseñando
las diferentes líneas interpretativas pero descuidando casi
totalmente la información básica de los diferentes autores que se
han animado a opinar .
No
es la primera vez que Vattimo (filósofo contemporáneo nacido en
Turín que desde mediados de los años ochenta alcanzó notoriedad
internacional gracias a sus reflexiones sobre la posmodernidad y el
denominado “pensamiento débil”) analiza la obra de Nietzsche. Ya
en 1974 había publicado El sujeto y la máscara. Nietzsche y el
problema de la liberación y en 1981, (cuatro años antes de
redactar este manual) escribió Más allá del sujeto. Nietzsche,
Heidegger y la hermenéutica, convirtiéndose en su más
destacado intérprete italiano. Incluso se ha señalado que la obra
de Vattimo debe ser entendida como una recontextualización del
pensamiento de Nietzsche y Heidegger.
A
diferencia de lo que Vattimo muestra en otros libros (La sociedad
transparente; El fin de la modernidad) en éste opina
poco, limitándose a enunciar su tesis sobre Nietzsche; análisis que
curiosamente encuentra una exposición mucho más clara en Ética
de la interpretación, libro escrito en forma casi simultánea a
esta introducción aunque publicado algo después.
Según
Vattimo, Nietzsche funda una ontología nueva, “posmetafísica”,
que capta el ser como evento, como una configuración particular de
la realidad en un momento histórico determinado e intransferible.
A
lo largo de su investigación, Vattimo se relega a un discreto
segundo plano haciendo hablar a otros, en un explícito intento de
construir una guía actualizada de lectura de uno de sus héroes
intelectuales. Impulso que deja entrever en su arquitectura un
delicado trabajo de indagación hecho por y para la academia
de su país. De ahí que su alcance y utilidad sea relativa, siendo
de exclusiva utilidad de estudiantes e investigadores.
Hilando
más fino también es posible conjeturar ciertas rivalidades
escolásticas o nacionalistas cuando soslaya casi totalmente a los
franceses Michel Foucault y Gilles Deleuze, que durante décadas se
ocuparon de revitalizar numerosos planteos nietzscheanos. Autores que
apenas son mencionados mientras que Vattimo le dedica una espacio
mucho mayor a otros actores del esta historia, partícipes de un
magisterio mucho más discutible o bien inexistente.
Juan E. Fernández
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